Poner límites a los adolescentes es una de las tareas más difíciles que tienen sus papás. Primero, porque sus hijos nunca van a estar de acuerdo con lo que les están pidiendo, o impidiendo que hagan. Siempre considerarán que es injusto, argumentarán que a sus amigos les permiten hacer muchas más cosas, y buscarán todo tipo de estrategias para lograr lo que quieren: más permisos, no tener hora de llegada, uso ilimitado de la tecnología, no tener responsabilidades en la casa, solo por citar algunos.
Ojalá existiera un manual que indicara a los papás cómo disciplinar a sus hijos adolescentes, de una manera 100% efectiva. No existe, entre otras cosas porque todos los adolescentes no son iguales. Es más, en una misma familia puede haber dos hij@s que requieran manejos distintos. Uno puede necesitar normas y límites más firmes y estrictos, mientras que su hermano o hermana no los requiere.
Muchos papás llegan a mi consulta esperando que les provea ese “manual mágico”, que les indique qué deben o no deben permitir hacer a sus hijos. Mi respuesta es siempre la misma: Yo puedo darles unos lineamientos generales en cuanto a cómo funcionan, piensan y actúan los adolescentes, y hasta algunas sugerencias, pero la decisión final, siempre será de ellos.
Algunas de mis recomendaciones incluyen:
Tener en cuenta la edad de sus hijos. Las normas y límites deben ir cambiando en la medida en que l@s adolescentes van creciendo. No debe tener la misma hora de llegada un adolescente de 13 o 14 años, que uno de 17 o 18.
Tratar de medir el nivel de riesgo, antes de dar un permiso. Los adolescentes no lo hacen, porque sienten que nunca van estar en peligro. Asistir a fiestas sin supervisión de adultos en las que puede haber consumo de alcohol o peleas, desplazarse en la noche de un lugar a otro en ciudades inseguras, son solo dos ejemplos de cosas que los adolescentes quieren hacer a toda costa, sin medir los riesgos en los que estas situaciones podrían ponerlos.
No dejarse presionar por comparaciones con otros papás. Muchas veces no son ciertas, y si lo son, lo importante es que las normas y límites que cada adolescente recibe, sean los que a sus papás les dé la mayor sensación de seguridad posible.
Escojan peleas. “Cazarlas” todas es muy desgastante. Algunas se pueden dejar pasar, especialmente si no implican riesgos graves para los hijos.
Nunca desautorizarse el uno al otro enfrente de los adolescentes. Si no están de acuerdo en alguna de las decisiones que deben tomar en cuanto a alguna norma, deben aplazar la respuesta mientras logran ponerse de acuerdo. Así podrán dar a sus hij@s una respuesta consensuada. “Lo voy a discutir con tu mamá/papá, y te diremos qué decidimos”, será siempre una contestación válida. Los adolescentes captan muy fácilmente cuando los papás no logran “alinearse” a la hora de impartir una norma, y de manera muy inteligente aplican el dicho de “divide y reinarás” para manipular y lograr lo que quieren
Pretender que sus hijos adolescentes estén de acuerdo y reaccionen bien a las normas y límites, es poco realista. Y garantizar que estas normas y límites sean totalmente justas, y totalmente acertadas, también es poco realista. Educar hijos es una ciencia totalmente inexacta, y más si se trata de adolescentes.
Pero recuerden: sus hijos necesitan de esa guía, de esa orientación. Más que en cualquier otra etapa de la vida, necesitan que ustedes traten de protegerlos. No aceptarán de buena manera las restricciones que les pongan, mucho menos las agradecerán, pero en el fondo, saber que ustedes ejercen como figuras de autoridad amorosas y que se preocupan por ellos, les da una enorme sensación de protección.
Los adolescentes se sienten perdidos, solos, y vulnerables si no tienen reglas y límites. Nunca pierdan esto de vista. Ni siquiera en los momentos en que se pregunten si vale la pena desgastarse y afectar la relación con sus hijos adolescentes, por tratar de guiarlos y protegerlos.